Music Wins Festival, o cómo ganarle al sistema desde adentro

Asistimos a la primera edición del festival organizado por las productoras independientes Indie Folks y Ban Bang, que se realizó entre el 23 y el 24 de noviembre y que contó con la participación de bandas de primerísimo nivel que tienen como denominador común a esa etiqueta discográfica tan requerida como bastardeada: indie. Desde Tame Impala, Mogwai, Yann Tiersen, Pond y Beach Fossils, pasando por los locales Juana Molina, Les Mentettes, Los Álamos y el inesperado cierre de El Mató a un Policía Motorizado, el Music Wins se alzó como uno de los acontecimientos musicales más importantes del año sin la necesidad de ponerle una marca a su nombre. In your face, Pecsi.
Día 1 – Fashioned lover rave

Tarde de perros. En el 45 hay mucha gente de color, y no me refiero a variaciones en los tonos de piel, precisamente. Fluorescencia psicoactiva, decenas de marrones en clave vintage, celestes jeans wannabe blue y los siempre estrafalarios disfraces de la nación hipster sorprenden a la escasa población restante del bondi que reparte su destino entre el barrio que se emplaza en torno a la facultad de medicina y el aeroparque. Sea como sea, el título del festival al que me toca la suerte o el azar de cubrir me da la remota señal de que estoy yendo a un evento cultural que tenía como meta revivir el imaginario de los viejos festivales de la primera hora del rock y no a protagonizar una remake del Bafweek pero con la sutil diferencia de que los que se visten mejor son los que están debajo del escenario… Fuck.

Una vez que el pesado bólido pisa la intersección compuesta por Costanera Norte y Avenida Sarmiento, nos topamos con un cartel que reza «Mandarine Park» y una cuadra interna que hace de preludio a las vallas metalizadas que separan a lo in de lo out. Mientras los de seguridad nos demoran en el limbo del sector de acreditaciones, Morbo y Mambo hace flashear a los in crescendo concurrentes del espacio cerrado Mandarine Tent con su afro-beat endemoniado además de calentarle la pista al plato fuerte de la noite.

Ubicado cronológicamente entre las presentaciones de bandas en vivo y los dj sets que cerraron la primer fecha del festival, el show de los ingleses Metronomy oficia perfectamente de transición entre la pulsión humana y la electrónica, porque su alquimia musical depende tanto de una como de la otra. Oriundos del condado de Devon, desde 1999 sacuden la pista de baile con el formato guitarra-bajo-batería-teclados. La base rítmica, a cargo de Anna Pior en parches y el nigeriano Gbenga Adelekan (gracias, globalización) en las cuatro cuerdas, regurgita beats redondos y exactos que sirven de cimento a las estructuras edificadas por los entrelazados teclados de Joseph Mount y Oscar Cash, los arquitectos sonoros de este Big Ben pomposo y rosado.

Una vez pasada las 22, todo se dimensiona en 3D y los samples de The Changuitos -dúo de dj´s en el que figura Calu Rivero- dan rienda suelta al punch seco y directo por el cual la mayoría de los asistentes a la primer jornada del Music Wins se mandó. Nosotros, nos tomamos el palo en el 160, un poco por falta de cultura rave (¿o nada para pegar?) y porque el verdadero espíritu festivalero del que tanto escuchamos hablar arrancaría bien temprano al día siguiente.

Día 2 – Psycho Killers

Mismo lugar, mejores expectativas. Esta vez los amigos de seguridad nos hacen el trámite más light: se limitan a revisarnos como a cualquier hijo de vecino y no nos demoran con el tema de las acreditaciones. Una vez adentro, lo primero que hacemos es vislumbrarnos por cómo se agigantó la geografía del festival, que durante la primer fecha se había limitado a la carpa del Music Tent y que para esta ocasión oficia de escenario exclusivo de las bandas locales (léase Soldadores, Los Santos Wussies, Los Coming Soon, Les Mentettes, D.I.E.T.R.I.C.H, Los álamos y El Mató a un Policía Motorizado) y de los chilenos Astro y los alemanes Kakkmadafakka.

Un sendero nos conduce a los dos escenarios principales, que están pegados y de esa manera agilizan la transición entre un show y el siguiente. Llegamos para el desarme del show de Juana Molina y el opening de Yann Tiersen, un notable compositor francés que muchos tenemos de nombre gracias a las bandas sonoras de Amelie y Good Bye, Lenin!, dos clásicos de culto del cine europeo. Gran representante del minimalismo, la mente de Tiersen es una máquina de crear paisajes oníricos-sonoros cargados de una paleta de colores infinitesimal, gracias a sus intervenciones al mando del violín, de la guitarra de doce cuerdas, del xilofón o de su melódica… Sí, el teclado ese con manguerita.

Promediando los tres cuartos del show, los plomos del escenario contiguo terminaron de acomodar todo para que los escoseces Mogwai inunden a todo el Mandarine de su post-rock instrumental y avasallante que por momentos recuerdan al minimalismo marca Tiersen (recordemos que los muchachitos de Glasgow han versionado al parisino en más de una ocasión). El quinteto liderado por Stuart Braithwaite enmudeció con sonido al ambiente, elevando a su quincuagésima potencia la presión atmosférica del predio. Menos mal que todavía faltaba el show más importante de todo el evento para bajarnos a tierra lentamente y luego hacernos explotar en millones de colores.

Es para destacar el crecimiento de Tame Impala en los últimos años. Con sólo dos discos en su haber -Innerspeaker y Lonerism- los australianos comandados por Kevin Parker se hicieron de un grupo de fans selecto y en constante crecimiento. Realmente es difícil de encasillarlos (afortunadamente) ya que su sonido toma prestado de géneros que no suelen fusionarse. Por momentos hacen un pop de lo más risueño y encantador, hasta que el riff putrefacto de Elephant – esa oda garagera que recuerda al primer Black Sabbath – tira todo a la mierda y desata el pogo más grande de la noche. Mención aparte para el otro gran hit del grupo, Feels Like We Only Go Backwards, tocado como bis y que sorprendió al público más cercano a la valla con el lanzamiento de pelotas arcoireadas que iban y venían desde el campo al escenario en un simpático juego protagonizado por los concurrentes y los músicos.

Una vez finalizado el show y mientras la catarata de gente descendía en dirección a la calle, un hipnótico y envolvente sonido se escapaba de la carpa de bandas locales. El retraso del show de El Mató sorprendió a los fans más acérrimos del grupo, que en un abrir y cerrar de ojos llenaron el Music Tent para vivir el inesperado cierre con broche argento de los patrones del indie local.

Por vez primera en esta, la era signada por los festivales corporativos, el nombre de un evento de rock le hizo honor a todos aquellos que rockean. Y nosotros los saludamos.

La vida, esa singular progresión de coincidencias

mundo con libros

el-espectro-de-alexander-wolfEl espectro de Alexander Wolf de Gaito Gazdanov //

En Rusia, plena guerra civil, un hombre mata a un jinete desconocido. Años más tarde, en París, lee un cuento donde se describe con absoluta presición ese asesinato desde el punto de vista de la víctima. Cómo y por qué ocurrió hecho tan poco habitual conciste –en un principio, y sólo en un principio- la trama del libro, escrito entre 1947 y 1948, tiempo en que su autor, Gazdanov, exiliado ruso, trabajaba por las noches como taxista.
A menudo se ha vinculado esta novela-problema con la expresión “thriller existencial” (léase Albert Camus, pero también Boris Vian) o “metafísico”, por su fuerte carga moral. Presumiblemente se trate de una muy bien escrita novela de género cuasi policial con aspiraciones nihilistas. Su descenlace, su ambiente sórdido ajustado a un argumento cerebral, recuerda a muchos de los títulos alguna vez seleccionados por Borges y Bioy…

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Hunter.S.Thompson: El Derby de Kentucky es decadente y depravado

LA HORCA

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Este el primer artículo periodístico escrito en estilo «gonzo», por el periodista y escritor Hunter S Thompson.

Con la fecha límite encima y sin ninguna historia coherente que presentar a sus editores, Hunter se limitó a arrancar páginas de su cuaderno de notas, enumerándolas, y enviándolas a la revista. El resultado de aquellos garabatos y borrones, fue un ejercicio periodístico único. El artículo pasó a la historia por su llamativa narración de primera persona, escrita con una maníaca subjetividad.

En La Horca te dejamos el artículo completo para que te deleites con esta virtuosa e hilarante cobertura del Derby de Kentucky, del año 1970.

 

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Vomita todo lo que para vos egoístamente guardes, pero no calles, no calles. Enrólate en las más míseras subjunciones del ocaso, sólo para atestiguar de manera furtiva y desalmada todo en lo que no querés llegar a convertirte y transformarte. Pero ten cuidado, un iniciático y soez aliado no tardará en convertirse  en el verdugo de tus noches sin noche: el tiempo.

 

Muérete de ganas por conocer todo lo que no sabés que existe apenas el mundo se separa de tu inviable cuerpo, mamífero enclaustrado en los más diversos modos de no ser mientras banalmente se está

 

Calla ante las inminentes oportunidades de violentarte ante el desprestigio que significa no sentirse acorde a todo lo que uno no es, sino, ¿Para qué se es?

 

Siéntate a la mesa de las más fructíferas sensaciones que se vislumbran más allá de los sentidos: Todo no es menos que lo vivido y nada es más denso que lo recíprocamente construido

 

Afuérate de todo lo que no se entiende como tal: Siente la nada horrenda del mal, estalla esa capa inmunda sellada  a canto y cal y expulsa todo lo que te conforma hacia el punto infinito e inalcanzable por el cual la humanidad se arrastra ciegamente con la esperanza de nunca encontrar el final.

 

…El final?

La cárcel como espacio de libertad

«Fue entonces que comencé a pensar que no hay identidad fija: no hay forma más segura de perdernos que fijar una identidad, marcar un destino.

Desde que leí en una cárcel argentina esta novela de Puig que hablaba de la cárcel argentina sentí que tratar de definir qué somos es una cuestión empobrecedora. Nunca somos lo que decimos ni decimos lo que somos. No pensamos nunca en donde estamos y, cuando estamos, no pensamos.

Ese fue mi momento epifánico: la literatura se transformó en vida. Y la vida en obra de arte…»

Daniel Molina sobre Puig.-

Nada especial

Conocí a Manuel Puig en Río de Janeiro. Fue en 1988, en el departamento que tenía en el barrio de Leblón. Estaba terminando de escribir la que sería su última novela, Cae la noche tropical. El libro estaba en pleno proceso de corrección final. Lo ayudé a mecanografiar las páginas ya definitivas en su famosa Olivetti portátil. Así fue que pude ver su proceso de reescritura, casi microscópico, pero de resultados devastadores: apenas si agregaba un adjetivo o cambiaba la ropa de un personaje, pero eso terminaba transformando el clima de la escena o dándole a la acción un sentido nuevo. Esa novela escrita al final de su vida es también una novela sobre el final de la vida.

Yo había ido a Río para invitarlo a participar en un homenaje que le queríamos realizar en el Centro Cultural Ricardo Rojas con motivo de cumplirse 20 años de la…

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Entrevista a Gustavo Sala, un auténtico hijito de puta.

Son las ocho de la noche de un domingo bastante fresco. Me dispongo a entrar en el Café La Academia, ubicado entre Callao y Corrientes, lugar en el que Gustavo me citó para realizar la entrevista. Ni bien entro, allí lo visualizo: Un hombre de mediana edad sentado sólo terminando de dibujar lo que parecer ser una tira cómica. Artista de punta filosa, Gustavo publica sus trabajos en medios de primera línea como Página/12, Rolling Stone, Fierro, Barcelona, Orsai y Telam. Un hombre que no para de dibujar. Un hombre que no para de generar polémica con sus obras. Este es Gustavo Sala, un auténtico hijito de puta.

Tapa de Yo Soy La Morsa Nº50, donde se publicó originalmente esta nota.

Tapa de Yo Soy La Morsa Nº50, donde se publicó originalmente esta nota.

 ¿Cómo y cuándo nació tu pasión por las historietas y el dibujo?

No tengo conciencia de un momento justo en el que nació, me parece que la que te encontras con una particularidad que te da una conexión con el dibujo. Tampoco nació gracias a mi contexto familiar, ya que no hay ningún dibujante ni artista en mi familia.  Por una cuestión propia comencé a interesarme en leer a Patoruzú y patoruzito antes que ir a jugar a la pelota, por ejemplo. Fui creciendo y descubriendo grandes baluartes de la Historieta argentina, como Isidoro e Hijitus. Siendo adolescente descubrí la Revista Fierro, y eso constituyó para mí el salto violento a conocer la historieta para adultos, a autores como Juan Giménez, Moebius, Solano López,  entre otros. También estaba Juan Sasturain como director de la revista, quien la resucita en 2006. La clásica salió del 84 al 92, con 100 números editados.

¿Qué significa para vos publicar en la actual Fierro, la reencarnación de la Revista de historietas argentina por excelencia, de la cual eras fan en los 80´s?

Para mí fue un sueño cumplido, yo comencé durante el segundo año de esta nueva etapa, en 2007. un sueño para mí. Porque cuando de pendejo conocí la Fierro, me cambió totalmente la cabeza. Yo, que venía de Hijitus y Patoruzú descubrí una revista inaccesible casi prohibida para quella época: oscura, casi porno. Te podías encontrar con tetas, puteadas, drogas, psicodelia, política: era una cosa totalmente deforme en comparación con las tiras infantiles.

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Más en el contexto histórico en el que la revista nació, post vuelta democrática…

Por supuesto, porque en los quioscos las tapas de la Fierro no tenían un carajo que ver con nada con las demás revistas, hoy no llaman tanto la atención porque los quioscos venden cualquier cosa, pero en esa época pasar por un puesto de diarios y ver una tapa en donde un robot totalmente oxidado y hecho mierda le agarra una teta a una mina, mezclando como esa cosa de putrefacción  y erotismo. Proponía un universo de ciencia ficción pero dentro enmarcado en la realidad social, tomando al conurbano bonaerense como universo.

La vuelta de la revista, además de un sueño hecho realidad para muchos, fue una situación inesperada, porque en ninguna parte del mundo una revista de antología, es decir, con varios autores, seguía con vida- Entonces, con un formato un tanto distinto en comparación de las demás publicaciones y dentro de un contexto aún más ilógico para su  vuelta, la revista resucitó. En 2006, Sasturain recupera la licencia y  comienza a editarla por Página/12, siendo la revista independiente del diario. En esta nueva etapa de la Fierro,  comienzan a ser mezclados autores clásicos de la historieta argentina con autores nuevos, ahí es donde me colé yo.

¿En esa época es cuando comenzaste a publicar?

Sí, fue a finales de 2006, y  coincide con la época en la que comienzo a publicar Bife Angosto en el suplemento NO de Página/12, tira que sigue saliendo. De a poco comencé a tener una mayor periodicidad en este laburo, colaborando con revistas reconocidas como La Mano y Genios. En 2009 comencé a publicar regularmente en Rolling Stone, con la tira “Lo que no importa está acá”, y en 2011 comencé a publicar en Revista Barcelona, allí nació la tira Hijitos de Puta.

Y de a poco fuiste encontrando tu estilo…

Exacto. Digamos que siempre voy buscando un formato con un perfil determinado que vaya a tono con cada revista, pero que no se pegue a ninguno de mis otros laburos. Una de las complicaciones es que  arranco y no sé a dónde voy a terminar, porque capaz que arranco con una premisa cualquiera y de repente se produce esa tensión entre libertad salvaje y lo acotado que te permite el formato. Hay muchas cosas que podés contar, pero necesitás puede que necesites más espacio que el permitido. Por eso busco temas que puedan explayarse en pocas viñetas, y que funcione.

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¿Cómo nació la idea de la tira “Lo que no importa está acá”,  teniendo en cuenta la célebre frase de apertura de cada número de la  Rolling Stone?

En 2009, me junté con Juan Ortelli , secretario de redacción de la revista, y nos ponemos a pensar en algo para la Rolling, que en ese momento no tenía nada de humor gráfico. Él me comenta sobre la apertura editorial de la revista, llamada  “Lo que importa está acá”, y a mí se me ocurrió como contracara “lo que no importa está acá”  y esa que fue la primer idea y la que quedó definitivamente. Allí hago  algunos chistes y relecturas  sobre lo que pasó en el mes dentro del ambiente musical y la farándula televisiva.

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Muchos te consideran como el historietista del rock, ¿Estás de acuerdo con ese mote?

Me gusta, pero me parece una exageración. Me parece simpático, me siento cerca de lo nuevo que está pasando con las bandas nuevas. Soy de informarme e ir a ver shows, me siento cercano a ese universo y me parece muy inspiradora e interesante la nueva escena de bandas argentinas. Estamos en un momento del Rock Argentino en el que  las bandas tienen nombres alucinantes, nombres que antes eran impensados, como Viva Elástico, El Mató a un Policía Motorizado, La Ola Que Quería Ser Chau, Valentín y Los Volcanes. Me gustan los nombres que te surgieren un universo pero que no te dicen de que se trata musicalmente.

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¿Tocás algún instrumento?

Lo puedo tocar, chupar y escupir, pero no hay forma de que saque música (risas). Me parece que tocar un instrumento me parece de una complejidad equivalente a la de manejar una nave espacial. Para mí es una frustración no haber aprendido música, por eso lo que hago es hacer música con los recursos que tengo, canto mis canciones y armo mis proyectos junto al genio de Gonzoide, un músico e historietista proveniente de Haedo. Con el hacemos un dúo que se llama Los Dentistas Tristes,  es una especie de pop electrónico, con bases y guitarras acústicas, yo compongo las letras y a veces las melodías. Nos gusta mucho la improvisación, hacer canciones de la nada. Hemos tocado en muestras de historietas y comics, y llegamos a realizar un show en el boliche Ultra.

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En Hijitos de Puta tratás temas tales como el incesto, la pedofilia y la necrofilia, ¿qué te lleva a laburar con estas perversiones?

Bueno, para empezar, son temas de interés general (risas). Me parece que Hijitos de Puta es el lugar en donde más me puedo explayar, el lugar más sucio y más salvaje, el más punk de todos.

Cuando desde la revista me proponen publicar una tira nueva, se me ocurrió crear una serie en la que se mantengan los personajes y el universo de la tira, algo con continuidad, a diferencia de lo que venía haciendo. No me terminó saliendo exactamente así pero el tono y algunos personajes respetan una suerte de lógica interna que se mantiene. Para crear esta tira se me ocurrió hacer como el lado hijo de puta de Peanuts (aquella icónica tira que tenía como protagonistas a Snoopy y Charlie Brown), que es una serie que mantiene esa cosa patética y la visión oscura del niño eterno loser, que conlleva la penosa vida Charlie Brown. Se me ocurrió hacer como el lado extremo y zarpado de Peanuts. De a poco le fui encontrando la vuelta hasta que formé un tono y un estilo particular. Esa mezcla entre la crueldad extrema de los niños y la impunidad que los mismos poseen, dan lugar a que uno de los personajes tranquilamente puede prender fuego a un ciruja y tomarlo como un juego.

hijitos de puta

Un universo totalmente siniestro pero percibido desde la moral de un pibe…

Exacto… (Piensa) Incluso para un humorista adulto de vez en cuando es bueno pensar con la moral de un niño, ya que vivimos acostumbrados a estar contaminados con la corrección  política. A veces me pasa que mando un trabajo al editor y pienso “esto no sale ni en pedo”, y a la semana se termina publicando. Por eso pienso que es mejor que te censure el medio antes que lo hagas vos mismo.

¿Utilizás el humor negro como una herramienta de provocación?

No es mi idea provocar a los demás, lo que sí suele suceder es que lo hago sea interpretado que tiene la intención de molestar o generar incomodidad. Un lector frente a una historieta morbosa y extrema se puede divertir, provocarle asco o escandalizarse. Uno nunca sabe qué puede provocar en un lector, porque son muchos y son imposibles de definir. Hay diferentes sensibilidades y no todos entienden el código de la ironía. Si yo hago una historieta de un policía que le pega con un palo en la cabeza a una vieja, la mata y se la coje, no me convierte a mí en eso, jamás le pegaría a una anciana y me la cojería.

¿Y al revés?

¿Cómo?

Cojerla y después matarla…

Sí, eso puede ser (risas). Como te decía,  hay gente que hace una lectura literal y convierte al autor en lo que ve dibujado. Creo que la provocación en sí misma no sirve para nada, si  para vos, como autor, eso no está comunicando nada no tiene mucho sentido que digamos. Lo de la provocación es casi secundario. A mí me interesa más divertirme y divertir a los demás.

Hablando de provocación, te sorprendió el revuelo que causó la publicación en Bife Angosto de la historieta “David Geto, el DJ de los campos de concentración”?

Eso ocurrió en enero de 2012. Yo, como muchas veces, mientras realizaba la tira, pensé que el editor me lo iba a devolver y a sugerir algo no tan fuerte, y por las dudas elaboré un plan B. Mandé la historieta y nunca recibí comentario alguno del editor  y bueno, me olvidé del asunto. Cuando se publica la tira en el suple y empieza repercutir en las redes sociales noté como había sido mal vista. De repente me empiezan a llegar cataratas de mails, desde amenazas de muerte hasta denuncias penales. Al principio traté de contestar a cada uno dándoles a entender que soy humorista y vivo de esto, hasta que en un momento ya se me hizo imposible, porque  apretaba “enviar”, volvía  a la bandeja de entrada y descubría que tenía 10 mails más sobre el asunto.

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¿Cómo se resolvió el asunto?

Un tipo de la comunidad judía ligado al Museo del Holocausto. Empezó a provocarme y fue de uno de los arengadores que pedían por mi cabeza. Yo  no pensaba en si mi carrera como historietista se iba a terminar, pensaba en mi cabeza. El tipo en cuestión me dijo que se quería juntar conmigo, finalmente acepté. Nos encontramos en un café, cuando nos pusimos a charlar, cambió completamente la historia. Cuando él me conoció como yo pienso que soy se arrepintió totalmente. Al principio  pensaba que yo era el peor nazi de la historia, y cuando empieza a ver y entender el contexto y cómo funcionan ciertos códigos en el humor, empieza  a convencer a los miembros de su comunidad de que se habían equivocado conmigo. Allí es cuando me invita al Museo del Holocausto, y como yo no tenía nada que esconder fui cordialmente, hicimos un recorrido por el museo con las autoridades del mismo mientras charlábamos sobre el tema. Por suerte todo quedó en buenos términos, pero en su momento fue una explosión de terror.

Volviendo un poco a la actualidad, estás haciendo radio, ¿No es así?

Así es. Estamos haciendo con los amigos Javier Diz (director editorial de la revista Los Inrockuptibles) y Pablo Conde (Crítico de cine, periodista, también hombre de Los Inrockuptibles) desde hace dos meses un programa de radio que se emite en una radio online muy linda y muy bien armada que se llama Ciclopradio (ciclopradio.com.ar), el programa en cuestión se llama Soy Tu Padre y sale los domingos a las 11 PM. Allí hablamos un poco de la música, cine , libros e historietas que nos gusta a los tres. Mucha improvisación, psicodelia, humor. Hacer radio es algo que me gusta mucho y está bueno para salir un poco de lo estático del laburo de dibujante, y con esa pulsión intensa y viva que te da la radio, lo que producís ahí con la materia orgánica del aire en ese momento. Los chabones la tiene muy clara y yo trato de hacerlo lo peor posible (risas).

soy tu padre

Qué le depara al futuro de la carrera de Gustavo Sala?

Tengo un par de proyectos en mente, que aún están en veremos, eso tiene que ver con mi forma de laburar.

En agosto se llevará a cabo la presentación de Bife Angosto III, mi última publicación, que está editado por Ediciones De La Flor. El evento tendrá lugar en la Galería del Patio del Liceo. El libro ya se encuentra disponible para el lector amigo.

sala - bife angosto iii

Para septiembre está pensando el lanzamiento del libro de “Lo Que Importa Está Acá”, una recopilación de la tira publicada en Rolling Stone más material inédito. La publicación está editada por Moebius Editor, y  todavía estamos definiendo temas de tapa y diseño. Y si llegamos,  para fines de año lanzaríamos el libro de Hijitos de Puta. Eso es todo.

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Gustavo, que en un rato se juntará a cenar con los miembros de Soy Tu Padre para terminar de redondear los pormenores de una nueva emisión del programa que tendrá lugar a las 23 horas en Ciclop Radio, se está por despedir, pero antes me sugiere realizar la imagen de tapa del número de Yo Soy la Morsa que en este momento ustedes tienen en sus manos. Contento por la propuesta, le digo que me parece una genial idea. Sala se queda un rato mirando al vacío, como quien se encuentra desarrollando una gran idea. Unos segundos después, me mira fijo y exhala un “Listo, ya tengo algo bien morboso en mente”.

sala por sala

Julián Franzil

@SrFranzzo